
PRESENTADO EL LIBRO QUE RECOGE EL PATRIMONIO MATERIAL E INMATERIAL DE LA ALCALÁ DE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX
La Fundación Ntra. Sra. del Águila edita 'Enrique Rodríguez Ojeda. Fotógrafo de Alcalá' con 300 instantáneas de paisajes, monumentos y edificios singulaees, industrias tradicionales, fiestas, devoción, y gentes en un álbum que supondrá un antes y un
Fecha: 04/12/2011
La Casa de la Cultura ha acogido la presentación de libro 'Enrique Rodríguez Ojeda. Fotógrafo de Alcalá de Guadaíra' que recoge 300 instantáneas de esta ciudad entre 1952 y 2001 haciendo una radiografía no sólo de sus paisajes y monumentos, sino del patrimonio material e inmaterial de la localidad, con costumbres, fiestas, y gentes.
Está editado por la Fundación Nuestra Señora del Águila, cuyo presidente, Vicente Romero, ha expuesto que para su elaboración “los socios han realizado un laborioso trabajo entre cientos de clichés y miles de diapositivas para seleccionar lo mejor de este fotógrafo amante de su ciudad en un álbum que supondrá un antes y un después en la historiografía de Alcalá”.
Este trabajo de historia alcalareña de la segunda mitad del s.XX consta de 153 páginas de las que 60 son en color. Incorpora además comentarios de amigos, colaboradores y estudiosos de su obra. Pero, sobre todo, inserta escenas de paisajes, monumentos, calles y edificios singulares, alumbrados y fiestas populares, industrias tradicionales como el pan con el antiguo tren y la aceituna con aquellos viejos almacenes, estampas cotidianas del día a día, gentes en plazas y calles o practicando deporte, haciendas, cortijos y conventos, algunos desaparecidos, y pinceladas de Semana Santa y devoción como Jesús Nazareno sobre el antiguo paso de caoba, o la patrona Ntra. Sra. del Águila entre palomas blancas.
Algunas de estas fotografías han formado parte de colaboraciones con libros y revistas, o de colecciones de postales que traspasaron fronteras regionales inundando de imágenes de Alcalá no sólo Sevilla, sino también toda España.
Enrique Rodríguez Ojeda tuvo gran sensibilidad por la fotografía desde que le regalaran una máquina de fotos de “perras gordas” en su infancia. Se afanaba por perfeccionar esa afición con gran interés, realizando todos los pasos personalmente desde la captación de la imagen hasta el revelado, aunque tuviera que improvisar los utensilios y luces en la cocina de su casa. Además fue de los primeros en incorporar las tecnologías a sus fotografías hablando de megapíxeles y aprovechando la llegada del ordenador.
Este prolífico fotógrafo alcalareño murió el 17 de febrero de 2002, y la Fundación pretende con este libro hacer un homenaje a un gran artista, discreto y excelente persona enamorada de su ciudad.
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