
COLABORACIÓN ENTRE INSTITUCIONES PARA EVITAR LA LA MALA PRÁCTICA DE TIRAR TOALLITAS HÚMEDAS AL INODORO
Se quiere concienciar de lo nocivo de arrojar toallitas a las redes de saneamiento para el medio ambiente y en especial para un espacio natural como las riberas del río Guadaíra. Habrá campañas de sensibilización en las próximas semanas
Fecha: 07/11/2018
El Ayuntamiento de Alcalá de Guadaíra y la empresa pública de aguas EMASESA en colaboración con la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir -CHG- y entidades ecologistas pondrán en marcha una serie de acciones de concienciación hacia los usuarios para resaltar lo nocivo que supone para el medio ambiente y, en especial para el río Guadaíra, el mal uso de las toallitas húmedas y en particular la mala práctica de arrojarlas por el inodoro, ya que provoca incidencia en la red de saneamiento y conlleva un impacto económico y sobre la naturaleza muy importante.
La medida que se desarrollará en los próximos meses con actividades informativas de concienciación y acciones estarán dirigidas principalmente a escolares y Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos de centros escolares, aunque también se quiere hacer llegar al conjunto de asociaciones ciudadanas de Alcalá.
Con ello se pretende significar cómo el mal uso de toallitas húmedas y la práctica de eliminarlas a través de las redes de saneamiento está suponiendo un perjuicio medioambiental y económico cada vez más importante. Al contrario del papel higiénico, una toallita puede llegar a tardar en degradarse de forma natural hasta 600 años, pues en bastantes casos son fibras sintéticas no tejidas que tienen una resistencia muy elevada a la humedad, y esta composición hace que tarden mucho tiempo en dispersarse en el agua.
En el caso concreto de Alcalá de Guadaíra, también se quiere concienciar de que la mala práctica en la eliminación de este tipo de productos, que con los nuevos hábitos de consumo e higiene ha provocado un aumento en su uso doméstico, conduce al deterioro de uno de los tesoros medioambientales de la ciudad, como es la ribera del río Guadaíra.
Esta situación particular ha sido el objeto de análisis en una mesa participativa que ha sentado a la CHG, EMASESA, entidades ecologistas y el propio Ayuntamiento para conocer las causas del problema y buscar soluciones trazando una estrategia de colaboración entre todas las asociaciones y entidades presentes en el foro de debate y, con cuya implicación, se espera que pueda producirse un cambio de hábitos en los ciudadanos.
Para el concejal de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Alcalá de Guadaíra, Casimiro Pando, “el paso que estamos dando, coordinando una acción como ésta con el conjunto de administraciones y movimientos conservacionistas, ayudará a seguir buscando soluciones técnicas que palien el efecto nocivo que las toallitas húmedas causan en la redes de saneamiento y en la naturaleza, pero lo más importante es el mensaje unitario que transmitimos a los ciudadanos y que sensibilizará a la opinión pública porque sus consecuencias en el cauce del Guadaíra son visibles en determinadas épocas del año y entre todos tenemos que evitarlo”.
El consejero delegado de la empresa pública de aguas, Jaime Palop, ha destacado la importancia de este “plan de acciones conjuntas, que aúna innovación y educación, siendo así un proyecto piloto, que arrancará en Alcalá de Guadaíra, como entorno urbano pionero, pero que esperamos poder trasladar la aplicación de estas acciones al área metropolitana donde EMASESA actúa”.
La campaña de concienciación medioambiental que EMASESA desarrollará en coordinación con el Ayuntamiento arrancará en una primera fase en centros escolares donde la empresa de aguas programará talleres y distribuirá cuadernillos educativos, que se completarán con material informativo de la campaña “#LasToallitasAlcubo”. En concreto, serán los CEIP Reina Fabiola y Antonio Machado los primeros en sumarse a esta iniciativa, con 750 alumnos que se convertirán en embajadores del cuidado del medio ambiente.
Esta campaña incorpora una serie de indicadores de seguimiento para la evaluación y medición de la eficacia de esta inversión en educación medioambiental, con el objetivo de controlar la reducción del impacto nocivo de las toallitas en el entorno.
Además de ello, la empresa de aguas tiene previsto desarrollar actividades de sensibilización en las zonas del Parque de Oromana, donde los efectos de estos residuos se dejan notar en determinados periodos del año.
Asimismo, este plan de acciones se completará con la instalación de un sistema piloto de desbaste en el aliviadero existente junto al Molino de la Tapada, con la incorporación de filtros que aumentarán la eficacia para la protección del entorno natural ante residuos.
EFECTOS NEGATIVOS
Según se ha detallado en el desarrollo de la mesa participativa en la que han estado presentes representante de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, colectivos de ecologistas, EMASESA y el propio Ayuntamiento, las redes de saneamiento que discurren por ambas márgenes del río tienen capacidad suficiente para conducir tanto las aguas procedente de precipitaciones medias, como las aguas residuales hacia la Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) de Ranilla.
En este espacio temporal, tanto el papel higiénico como buena parte de los residuos orgánicos se dispersan por las canalizaciones existentes, y con ello permiten los tratamientos de depuración pertinentes para regenerar el agua y destinarla a otros usos como el riego de campos, entre otros, así como el reciclado de los productos orgánicos para compostajes y abonos.
Las redes de saneamiento urbanas que están en servicio en la ciudad suelen estar utilizadas al 5 por ciento de su capacidad con las denominadas aguas residuales domésticas. Cuando estas canalizaciones reciben las primeras aguas de lluvia tienen el diámetro suficiente para evacuar hasta la EDAR las calificadas como “aguas grises iniciales” que arrastran los sedimentos y contaminantes acumulados en temporadas secas, sin verter al Guadaíra.
Este proceso puede durar en las tuberías unos 30 minutos, tras los cuales las redes comienzan a llenarse de agua de lluvia que, en caso de precipitaciones intensas, descargan la presión mediante los aliviaderos que vierten al río en unas condiciones adecuadas para no afectar su flora y fauna .
Sin embargo, la composición de las toallitas húmedas hace que no se disuelvan y que sean flotantes, acumulándose así en las tuberías. De esta forma, cuando se producen precipitaciones intensas que provocan la saturación en las canalizaciones antes mencionadas y la consiguiente puesta en marcha de los aliviaderos, las toallitas salen por ellos, provocan la degradación y contaminación del paisaje.
En lo referido al coste económico que este tipo de productos originan en la limpieza de las redes de alcantarillado y doméstica, se calcula que puede ascender hasta 6 euros por persona y año, calculándose que si el 95 por ciento del papel higiénico se disuelve en el agua en media hora, dos días después de tirar una toallita al retrete apenas un 36 % de su composición se ha disuelto.
Por último, todos los presentes en la mesa participativa, en la que se han puesto de manifiesto la problemática de este tipo de residuos, han manifestado que esta realidad no significa que se esté en contra de utilizar este tipo de productos higiénicos sino que tras su uso deben depositarse en la basura o en los contenedores de reciclaje para papel.
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